Una noche noté que había alguien andando sigilosamente por el jardín de mi casa. Me levanté silenciosamente y ví una silueta pasando por la ventana del baño.
Como mi casa es muy segura, con rejas en las ventanas, no me preocupé demasiado, pero está claro que no iba a dejar al ladrón ahí.
Llamé bajito a la policía e informé de la situación y di mi dirección.
Me preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa.
Aclaré que no y me dijeron que no había ninguna patrulla cerca y que mandaban a alguien enseguida.
7 minutos después, como no aparecía ninguna patrulla llamé nuevamente y dije:
- Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay necesidad de que se den prisa. Ya le pegué un tiro con la escopeta que tengo guardada para estas situaciones.
Pasados menos de 2 minutos, había en mi calle 5 coches de policía, un helicóptero y una unidad de rescate.
Pillaron al ladrón en medio del jardin escondido.
En medio del tumulto, un comisario se aproximó y me dijo:
- Creí que había dicho que había matado al ladrón.
Yo contesté:
- Creí que me habían dicho que no había nadie disponible.
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