Un tipo entra en un restaurante, se sienta y coge el tenedor y lo olisquea levemente al paso por su nariz... Lo observa el camarero y se le acerca:
- Muy buenas, caballero.-le dice el camarero- hoy tenemos...
- No me diga más, de primer plato sopa con fideos y de segundo chuleta con patatas fritas.
El camarero se queda alucinado, ¡cómo podía saber lo que había con solo oler el tenedor! Sería una casualidad.
Al día siguiente, vuelve el tipo, se sienta, coge otra vez el tenedor, lo huele sutilmente y cuando se le acerca el camarero, le dice:
- De primero me sirve esas lentejas con chorizo y luego la merluza a la romana.
El camarero flipa por colores, esto tiene que ser casualidad.
Al tercer día, otro tanto de lo mismo, coge el tenedor, se lo pasa por la nariz y nada más llegar el camarero le dice:
- Me apetecen ese revuelto de setas y la carne estofada con pimientos.
El camarero ya no sale de su asombro, le comenta toda la historia al chef y éste le dice:
- Ya verás, mañana a ver si acierta el listillo.
Al día siguiente, el camarero lo ve venir desde lejos, se lo comenta al chef y éste llama a la pinche:
- Pili, ve al servicio y hazme el favor de frotarte este tenedor en el potorro.
La pinche así lo hace y el camarero se apresura a preparar la mesa para el cliente.
Éste se sienta, coge el tenedor cumple el ritual de olerlo y le dice al camarero:
- No me ponga primer plato que no me gusta demasiado el consomé de verduras. Póngame directamente los calamares a la romana.
El camarero ya se daba la vuelta cuando el cliente va y le dice:
- ¡Ahh! ¡Y dele saludos a Pili!
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